Ballard

Creo en la muerte del mañana, en el acabamiento del tiempo, en la búsqueda de un tiempo nuevo en las sonrisas de las mozas de los bares de las rutas y en los ojos cansados de los controladores de tráfico aéreo en aeropuertos fuera de temporada.

James G Ballard

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Sobre la descripción y los aromas

La calidad del aire es omnisciente. Por la mañana el aire es frío, oscuro y transparente como el vidrio. La oscuridad del aire transparente es casi visible, como si estuviera constituido de partículas de limo, pero la vista llega a cien kilómetros. A esta hora el aire es demasiado frío para poseer un aroma propio. Predominan los aromas del café, las salchichas, el cerdo de la comida. A las once el sol ha caldeado el aire. Ahora huele a jardín, a pinos, a la maleza y las flores silvestres del prado que hay detrás del granero. El aire es tibio, pero ligero y mutable. Se vuelve pesado poco después de la comida. Entonces huele a azúcar y especias, pero a medida que se vuelve más pesado y tibio, predomina la maleza. El olor de las hierbas es más fuerte que el de las especias, es como el de los fármacos. Mientras tanto, en la montaña el aire es frío y mutable, y a las cinco o a las seis, cuando entran los niños para cenar, el aire frío se extiende sobre el bosque como una nube (huele el aire de montaña). Se disipa el aroma de especias y fármacos, pero el aire frío se extiende de manera desigual y en la terraza o al ir al cobertizo se sienten remolinos de frescura y calidez, de claridad y fragancia, con la nitidez de las corrientes del lago. Después de la cena el aire de la terraza vuelve a ser fresco y claro, demasiado ligero para retener muchos aromas (a no ser que llueva), pero en la terraza o dentro de la casa se perciben los cambios del aire. Se agitan las cortinas de la ventana. El olor a piedra fría de los bloques macizos de granito de la chimenea abierta se estrella contra la pared y cae sobre nosotros. Luego se va y nos llega el olor fuerte de las flores cortadas. Llueve en los alrededores, tal vez en Hebron o Alexandria, y durante diez minutos el aire se vuelve picante. Entonces se aquietan los aromas permanentes de la habitación: el revestimiento de madera, las cenizas, las flores. Es este juego continuo de luz, aire y agua lo que despierta mi sensibilidad. También la sensación de verano y juventud. Al atravesar Ossining y bordear el río por la autopista, sentía la proximidad de la ciudad, sentía que me acercaba a un incremento de la fealdad.

John Cheever, Diarios.

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Sobre lo fantástico

Un suceso fantástico no puede ser sino la manifestación de ciertas leyes muy raramente conocidas por los hombres. Lo fantástico en este mundo es la manifestación de leyes de otro mundo.

Adolfo Bioy Casares

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Daniel San

Algunas cosas se saben y otras
se aprenden con el tiempo
para el señor Miyagui
ya estaban abiertas las puertas que a Violeta
le brindó un pequeño libro que explicaba
milenarias tendencias orientales
ejercicios de relajación y técnicas
para vivir cien años. Como también
detallísimas instrucciones para hacer
bonsáis: en el jardín de su casa
sobre una mesa de madera construida
a desnivel que brilla
ante el reflejo del sol
les recorta la raiz de alimento
cuando se cumple el quinto mes
poda con amor y paciencia
sus ramas finas y les da forma
con una pinza de mango celeste.

Violeta no está encerrando los años
sino la consecuencia de esos años:
las miniaturas
con su pequeño temblor
y su pequeño flujo de savia
una especie de limo ancestral
evolucionado por la dinámica
del capitalismo occidental.

Pasa un año, pasan dos
pasan cinco años: Violeta
envejece; es natural
así son las cosas
pero quizá para sentirse viva
se somete al embrujo
de indistintos hobbies: tarjetas,
macramé, tejidos
adornos en arcilla, bonsáis.
Siento que con Violeta jamás pude
torcer sus raíces
equilibrar con armonía los años
y sus efectos.

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Métodos para la danza

Guadalupe, Gustavo
estoy agitando un paraíso
en el patio
de mi casa.

Crecerá y dentro de
quinientos años
hablaremos y tomaremos
dentro de su sombra.


Daniel Durand

When the deal goes down



En la quietud de la noche, en la antigua luz del mundo / Donde la sabiduría se abre paso a golpes / Mi cerebro desconcertado trabaja en vano / A oscuras por los senderos de la vida / Cada rezo invisible es una nube en el aire / El mañana sigue dando vueltas / Vivimos y morimos, no sabemos por qué / Pero voy a estar con vos cuando llegue el momento // Comemos y bebemos, sentimos y pensamos / Vagamos calle abajo / Río, lloro y me obsesiono / Por cosas que nunca deseé ni quise decir / La lluvia de medianoche sigue al tren / Todos llevamos la misma corona de espinas /Alma con alma, ruedan nuestras sombras /Y voy a estar con vos cuando llegue el momento // La luna da luz y brilla en la noche /Cuando apenas siento su ardor /Aprendemos a vivir y después perdonamos / En el camino que nos lleva /Son más frágiles que las flores estas horas preciosas / Que nos atan tan fuerte uno al otro / Llegás a mis ojos como una visión del cielo / Y voy a estar con vos cuando llegue el momento // Junté un flor, floreció en mi ropa / Seguí el arroyo ondulante / Oí el ruido ensordecedor, sentí alegrías pasajeras / Sé que no son lo que parecen / En estos dominios terrestres, llenos de desilusión y dolor / No me van a ver poniendo mala cara / Te debo mi corazón y esa es toda la verdad / Y voy a estar con vos cuando llegue el momento.

Bob Dylan, When the deal goes down, traducción de Pedro Mairal.


Underground

En febrero del año ´93 Lisandro
escondió la forra de su pasado
en un frasco misterioso
y lo enterró en un guadal
dos metros bajo tierra.
Se cree que viajó
en silencio durante varias horas
por la ruta que va de Buenos Aires
a Gualeguay; lo único
cierto es que en algún punto
impreciso del campo
cavó un foso.

En algunas películas
los presos excavan túneles
hacia el exterior
no hacia dentro
como hizo Lisandro: son dos polos
de la misma cosa, salir
entrar. Ellos cavan
con pequeñas cucharas de metal
oxidadas y oscuras
la diagramación material
de una esperanza. No cualquiera
puede controlar un manojo
de esperanzas: esto
no habría que olvidarlo jamás.
Esos hombres
sueñan que cavan,
se despiertan agotados
de cavar túneles.
Lo curioso realmente
no es como lograban ocultar el polvo
y la tierra, sino
que clase de precisión eficaz
los guiaba en la oscuridad
cómo no llegar
a cualquier otra parte
de lo que el deseo construye.

Vamos al grano:

en una madrugada de febrero
un hombre llamado Lisandro
cava un foso; otros hombres
se despiertan agotados
de soñar túneles. Hay maquinarias
que trabajan en la noche
con la hidraulica de lo desconocido.

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San Miguel

La chica se llama Melina y descansa
bajo la fronda mientras
Boris rastrilla el jardín
lentamente. La vida podría
acabar así, por equivocación
de un momento a otro. Pero no
acaba, late una música
secreta en el paisaje
una onda tornasolada
atraviesa el cuerpo de Melina.
A su alrededor bordean
y se engarzan con el viento
panaderos de campo.

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