Nube limada

Uno

Salgo a matar palomas a la intemperie
para sacarme el mambo de la ciudad
asesinando cosas. La fascinación
como un humo potente
se despliega: ahora mismo
te cambiaría la sed
el garrón y el aburrimiento
por un gran tiburón blanco
si me arranca el corazón
¿que tal?


Dos

Me gusta mirar como encienden el fuego
la pirámide de madera
y el tubo de papel de diario
en su interior
una buena imagen espiritual
una cosa esencial dentro
de otra cosa
hasta que al fin llegan las luces
y estallan
como un poltergeist cotidiano.


Tres

Los cordones de la zapas se van manchando
de sangre y barro. Un balde
verde sin manija
donde se arroja la grasa
diáfana de la parrilla
donde se escupe el sueño
y los cartones de vino Bowen.
Lo que ahora persiste
es la transpiración
humo
y fútbol. Salvo Rubén
quien lee a Auden
apoyado en una banqueta
a la que le falta una pata
y tambalea: hilos de madera seca
anudada en Misiones
por un descendiente de Quiroga
con la piel curtida y veinte
kilos de mate en la garganta.


Cuatro

El hijo de Rubén le acaricia la rodilla
a su padre que deja de leer a Auden
sentado en la banqueta
y le pregunta papá
porqué el viento
no hace sombra. Rubén
sabe que Auden no podrá ayudarlo
y si aun viviera le diría darling
yo no sé nada
toda mi vida amé a un ingles llamado Chester.


Cinco

En el borde de la pileta
uno de los chicos observa
como sus pensamientos
flotan en el agua
como pelotas de goma.


Seis

Lo que haría falta
en esta quinta de Leloir
es que lleguen de una vez por todas
containers gigantescos
repletos de sensaciones exóticas
desde algún lugar de Hungría
o Finlandia.


Siete

Es la hora de la siesta
los cachorros de rottweiller dormidos
sobre la cerámica del living
parecen chiches.


Ocho

Me fui a caminar por el jardín
y me senté en el pasto a fumar
entonces algo
reventó en mí
recordé una colección de barcos
abandonados sobre el río
y fotos de piletas en desuso
con imágenes de pequeñas ballenas
estampadas en el mármol
de la casa paterna.


Nueve

Pego el auricular con cinta scoch
a la base del mp3 y el sonido
arde. Los restos del asado
y los platos sucios
se acumulan sobre la mesa.
Más allá la gente nada crol.
Mi frontera personal la camuflo
calzándome una gorra de Los Ángeles
Lakers para evadirme
de toda percepción,
me desalojo hacia lo íntimo
y pido una cosa
estallo, qué
baje el sol al fin
que la noche venga y dispare
ondas de choque
en mi dirección.

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