En fin, la cuestión es que un día empezó todo. Una palabra trajo a la otra y ésta a la siguiente y cuando quise darme cuenta tenía entre mis manos un libro de poemas. Yo no creo que haya una cosa más rara que un libro de poemas en este mundo. No digo que no las haya, pero en cierta forma, todas las cosas raras terminan ahí. Sobre todo porque el lenguaje de la poesía es un lenguaje común y corriente, y al mismo tiempo es algo que no se puede explicar. Como si uno estuviera hablando con un marciano. Lo digo de verdad, no exagero. Los poetas, de alguna manera, fueron ( y siguen siendo) como marcianos para mí. Con sus antenas y su melancolía incurable, hicieran lo que hicieron para disimularlo.
Cuando mi papá se enteró que yo era poeta se fue de casa y no volvió nunca más. A mamá se le partió el corazón, como si le hubieran dicho que tenía un hijo bobo y que tendría que cuidarlo el resto de su vida. De hecho, pasaron los años y no logro apartarla de esa idea. Todo lo demás es literatura, es oficio. Fui a la escuela, pero nunca terminé mis estudios secundarios, y todo lo que sé (si es que alguien puede saber algo en esta vida) lo aprendí de esos libros maravillosos que escriben los poetas, y por eso - creo - tengo una visión un poco distorsionada de la realidad.
Por ejemplo: comprendo, o trato de comprender, a todo el mundo. Me encuentro con un tipo, me dice que mató a otro tipo o que robó una casa y yo, pasado el estupor, lo comprendo inmediatamente. Una amiga astróloga me dijo que esto ocurre porque soy de piscis, el signo más completo de todo el zodíaco. Puede ser... yo solamente quiero seguir escribiendo, escribiendo, hasta que la cuerda no de para más. Alguna vez pensé en vivir como todo el mundo (a veces, cada tanto, me agarra esa borrachera) pero a la mañana siguiente, mientras me lavo la cara, comprendo que no hay privilegio más grande que dedicarse a escribir poesía - se trata, por supueto, de una apreciación personal.
Osvaldo Bossi, epílogo de Casa de viento.
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Cuando mi papá se enteró que yo era poeta se fue de casa y no volvió nunca más. A mamá se le partió el corazón, como si le hubieran dicho que tenía un hijo bobo y que tendría que cuidarlo el resto de su vida. De hecho, pasaron los años y no logro apartarla de esa idea. Todo lo demás es literatura, es oficio. Fui a la escuela, pero nunca terminé mis estudios secundarios, y todo lo que sé (si es que alguien puede saber algo en esta vida) lo aprendí de esos libros maravillosos que escriben los poetas, y por eso - creo - tengo una visión un poco distorsionada de la realidad.
Por ejemplo: comprendo, o trato de comprender, a todo el mundo. Me encuentro con un tipo, me dice que mató a otro tipo o que robó una casa y yo, pasado el estupor, lo comprendo inmediatamente. Una amiga astróloga me dijo que esto ocurre porque soy de piscis, el signo más completo de todo el zodíaco. Puede ser... yo solamente quiero seguir escribiendo, escribiendo, hasta que la cuerda no de para más. Alguna vez pensé en vivir como todo el mundo (a veces, cada tanto, me agarra esa borrachera) pero a la mañana siguiente, mientras me lavo la cara, comprendo que no hay privilegio más grande que dedicarse a escribir poesía - se trata, por supueto, de una apreciación personal.
Osvaldo Bossi, epílogo de Casa de viento.
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3 comentarios:
Es maravilloso Martín
De una, es una gran libro Juan!
Yo quiero libro y reseña todo junto, tipo patatús emocional.
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