«Los camarines, la mayoría, el año pasado no tuvieron agua caliente.
Los baños se rompen. No se hace mantenimiento en el San Martín», me
cuenta un trabajador que prefiere reservar su nombre, mientras
recorremos los pasillos del Centro Cultural General San Martín (CCGSM).
Las paredes están descascaradas, hay vidrios rotos y olor a humedad.
«Tanto Maquinaria como Luminotécnica se traen sus materiales ellos:
martillos, pinzas, destornilladores. Se lo traen los mismos empleados
para poder trabajar, porque no hay insumos», me explica.
Continuamos. ¿Y la situación gremial? «No podría decirte que el
gremio está asociado al macrismo, porque cualquier ente te lo va a
discutir. Pero nunca hay dinero, y se solucionan cosas muy pequeñas.
Hace años que no hay un aumento correspondiente, no hay una estructura
acorde. Un planta permanente de tercera cobra nada más que 500 pesos
menos que uno de primera, por ejemplo».
Después de recorrer cuatro subsuelos y una docena de pisos, salas que
nunca terminaron de remodelarse, espacios clausurados, paredes
descascaradas y montículos de basura desperdigados en los rincones,
atravesamos un pasillo angosto y subimos por una escalera caracol hasta
el techo del CCGSM. Acá, sentados sobre el concreto, continúa la charla:
«No se compran los materiales a tiempo. Se compran telas que no son de
buena calidad, y trabajamos con materiales podridos. Estamos trabajando
con un telar que llegó el viernes para una obra que se estrena mañana,
cuando tendría que haber llegado hace quince días. Nosotros no podemos
hacer nada con eso: llega y tenemos que producir. Estamos dos semanas
sin hacer nada, venimos a cumplir horario, nos miramos las caras, y
después, en un par de días, tenemos que tener listo todo. Además, como
las obras vienen terciarizadas, entran con un presupuesto del cual solo
conocemos la mitad».
Desde arriba se vislumbran la fachada espejada del teatro y el
ajetreo inacabable dela calle Corrientes, cuatro gigantescos tanques de
agua y, a lo lejos, en una ventana del mismo complejo, una bandera en la
cual se lee «Sala tomada». Se trata dela sala Alberdi, un espacio que
funciona desde 1980 en el sexto piso del CCGSM y que se encuentra en
estado de toma permanente desde el año 2010, por parte de la Comisión de
Alumnos, Exalumnos y Amigos. Un año antes, en 2009, el director general
del CCGSM, Marcelo Birman, disolvió la cooperadora que se encargaba de
la gestión y organización de talleres y muestras, disolviendo así el 60%
de los talleres y trasladando los cursos restantes a otras
dependencias; suspendiendo, además, la difusión de las actividades dela
sala Alberdi.
Ante la situación de toma, el Gobierno de la Ciudad presentó una
orden de cierre y desalojo (a la cual la Comisión respondió con una
orden de amparo) y, más tarde, una auditoría de los bomberos —con fecha
del año 2009— que indicaba la reparación obligatoria de ciertas
estructuras dela sala. Apesar de que la justicia determinó idéntica
reparación, nunca se llevaron a cabo las tareas ni se dispuso, para los
400 alumnos que cursaban en los 30 cursos que ofrecía la sala, un
espacio similar durante la puesta a punto.La sala Alberdies emblema de
la situación de abandono estructural, ahogo presupuestario,
terciarización productiva y deterioro sociocultural que sufren el CCGSM y
sus trabajadores, a la vez que refleja la dinámica de la política
cultural del PRO y, naturalmente, del ministro de cultura porteño:
Hernán Lombardi.
Salas teatrales públicas
Según el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA),
entre las 427 salas teatrales que posee Buenos Aires se encuentra el
Complejo Teatral San Martín, integrado por los teatros De la Rivera,
Alvear, Regio, Sarmiento y San Martín, compuesto, a su vez, por tres
salas: Martín Coronado, Cabanellas y Casacubierta. A su vez, el Centro
Cultural San Martín —una estructura de dos edificios que dan ala calle
Sarmiento, interconectados a su vez con el teatro— conforma un complejo
de producción y formación técnica que abarca departamentos de Sonido,
Vestuario, Luminotécnica, entre muchos otros. Es decir: el CCGSM es la
verdadera fábrica de teatro que sostiene las producciones que después se
trasladan al teatro San Martín. Ahora bien: para entender el entramado
teatral de la ciudad de Buenos Aires y, más precisamente, el futuro de
los espacios culturales porteños y el rol que el Estado debiera tener
como gestor cultural y sostenedor de los espacios de formación
artísticos, es esencial profundizar en la situación actual del teatro
San Martín y el CCGSM.
La fiesta de Von Buch
Hace poco más de 2 años, en mayo de 2010, el empresario argentino
Andrés von Buch alquiló el teatro San Martín para una fiesta privada,
por la cual pagó 80 mil dólares. Por este motivo, se suspendieron las
funciones del día en las salas Cabanellas y Casacuberta, se tapió la
fachada del teatro con un friso, y se montó un gran operativo de
seguridad y organización. En aquella oportunidad, Valeria Pérez
Pardilla, encargada del área de Marketing y Relaciones Institucionales
del Teatro, declaró: «Es comprensible que se recurra a estos métodos. No
hay nada que ocultar: estamos teniendo problemas financieros
importantes».
Sobre esta cuestión, dos puntos a tener en cuenta: en primer lugar,
la perspectiva ideológica de un gobierno que, más allá de la coyuntura
económica, percibe la cultura (igual que la educación y la salud) como
un gasto. En segundo lugar, las palabras de Pardilla revelan un proceso
de desfinanciamiento crítico, que atraviesa tanto al teatro General San
Martín como al CCGSM, más allá de que el Teatro sea la cara visible del
Centro Cultural. Por ejemplo, en octubre del año pasado, Macri
«inauguró» el Teatro con las fachadas restauradas y una marquesina
nueva.
Ahora bien, en el año 2005, el entonces jefe de Gobierno de la
ciudad, Aníbal Ibarra, inició tareas de restauración del teatro San
Martín, las cuales continuó su sucesor, Jorge Telerman. Mauricio Macri,
en cambio, las suspendió indefinidamente por falta de presupuesto.
Las noticias en relación con las reformas edilicias y la puesta a
punto del teatro y el CCGSM se remontan al 2010, cuando Macri anunció
obras de restauración por un costo total de 10 millones de dólares. Este
proceso de inversión (que niega las dificultades financieras porteñas)
ha sido destinado, según el Ministerio de Cultura de la Ciudad, a la
creación del Centro de Desarrollo Multimedia (un laboratorio de
experimentación multimedia combinado con un área de servicios de
realización) y el Núcleo Audiovisual de Buenos Aires (NABA): un espacio
de10.000 metros cuadrados, estructurados en 6 subsuelos. Es decir: un
espacio con escasa relación con el CCGSM y cuya dimensión productiva
continúa siendo desconocida. ¿Cuál es la inversión completa, según
trascendió desde el propio CCGSM, para la obra? Unos 40 millones de
pesos en infraestructura y 8,8 millones de pesos en equipamiento.
La ideología del vaciamiento
Mientras —en un claro intento por mercantilizar la cultura y vaciar y
privatizar los espacios públicos— el Gobierno de la Ciudad invierte
48,8 millones de pesos en el NABA y el Centro de Desarrollo Multimedia,
aportados en gran medida por el Banco Interamericano de Desarrollo, que
pretende refuncionalizar el CCGSM para priorizar al sector privado,la
sala Alberdienfrenta un fallo de desalojo y traslado obligatorio. Al
mismo tiempo, el CCGSM y todos sus departamentos afrontan desde hace
años un verdadero proceso de desfinanciamiento y vaciamiento
artístico-cultural. El CCGSM se encuentra completamente abandonado
estructuralmente, sin mantenimiento edilicio, con camarines sin agua
caliente, áreas cuyas tareas de restauración han sido suspendidas
indefinidamente, compañías (danza) que llevan adelante su trabajo en
espacios inadecuados, sectores clausurados, como el de vestuario, con lo
cual los elementos son alquilados en dependencias privadas.
¿Cuáles son las consecuencias de este proceso de terciarización y
privatización del espacio cultural público? Departamentos donde los
trabajadores deben llevar sus propias herramientas, por falta de
insumos; insumos (latas de pintura) completamente podridos, tecnología
obsoleta (compacteras en el área de Sonido), y el declive del capital
simbólico y el prestigio que supo tener el CCGSM como espacio de
producción y formación teatral.
Finalmente, bajamos por la escalera y emprendo el regreso. Me queda
una última pregunta: ¿Qué es lo que esperabas cuando entraste el San
Martín? «Yo entré porque pensé que era un lugar emblemático para
trabajar. Después te quedás, aunque no sabés bien por qué.
Estructuralmente, este teatro es increíble. Pero cada vez hay mas
trabajadores que solo piensan en jubilarse, cobrar su plata e irse».