Grupos editoriales: estrategias de campaña, mercado y la industria del libro

I


Editorial Planeta acaba de editar Hagamos futuro, biografía política con título de eslogan de campaña del gobernador de Chubut y pre-candidato presidencial Mario Das Neves. De este hecho editorial –sintomático de estos últimos años – pueden desprenderse distintos análisis: en primer lugar, con Hagamos futuro, Planeta alimenta un catálogo, enmarcado dentro de la colección de política, signado por un posicionamiento opositor al actual gobierno. En esta línea, el conglomerado editorial Planeta ha publicado en los últimos años desde El dueño, de Luis Majul, Sin reservas, del ex presidente del Banco Central, posible candidato a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y actual bon vivant del vedetismo más berreta de la Argentina, Martín Redrado, De Tomas Moro al hambre cero, del ex presidente Eduardo Duhalde y la saga de Jorge Asís caratulada como “la novela del kirchnerismo”, que comenzó con La marroquinería política, continuó con El descascaramiento, La Elegida y el Elegidor para culminar, según parece, con el visionario El kirchnerismo póstumo, libro que lleva como apéndice la siguiente frase: “Epílogo de una revolución imaginaria”. Ahora bien, el análisis de la línea editorial y el núcleo del catálogo de Planeta –al menos en lo que refiere a temáticas políticas – evidencia, por un lado, una clara perspectiva ideológica pero también supone, a no olvidar, una estrategia de mercado. La actual dicotomía y el posicionamiento a nivel discursivo (por lo tanto político) de dos modelos estructurales que son simplificados como de izquierda y derecha u oficialismo y oposición, plantean un arco de consumo que Planeta –y otras editoriales – han decidido no desaprovechar. Naturalmente el sector privado no es idiota y conoce que la franja lectora está representada, en su gran mayoría y especialmente en determinadas esferas temáticas, por sectores de clase media-alta ansiosos de engullir cualquier clase de “prosa” crítica al oficialismo. Así, determinadas publicaciones, por su contenido y su perspectiva antagónica, tienen su éxito de ventas asegurado. Una obviedad: nadie puede ignorar que la cultura (y el arte, pero ahora estamos hablando de cultura) está hoy mercantilizada y subordinada al lucro y a la ganancia privada.


II


La reciente polémica en relación a la inauguración de la Feria del libro por parte de Vargas Llosa y la correspondiente carta que Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, le envío a Carlos de Santo, presidente de la Cámara del Libro, para que reviera su decisión de que el último premio Nobel oficiara de inaugurador, también está signada por intereses tanto mercantiles como políticos. Pero también evidencia interesantes líneas de cruce. Naturalmente la problemática no se limita a una falsa ausencia de libertad de expresión o a una preocupante intervención, como se escribe desde ciertos sectores, del Estado sobre las corporaciones privadas. Preguntas más atinadas, desde otros espacios, se detendrían en el absurdo de que una feria, financiada con un enorme apoyo estatal y cuyo espíritu es democratizar el acceso a los libros, esté subordinada a la ganancia privada de las mega editoriales y a la organización de la Fundación El Libro, quien las representa y cuyas decisiones no sólo son inobjetables sino que rechazan opinión alguna desde la esfera pública. O los reflejos de la presidenta quien, al desacreditar la carta de González, demuestra un respeto excesivo por las corporaciones, en este caso, las mega editoriales. Por supuesto, la inauguración de la Feria del libro no es (solamente) un hecho literario. El talento de Vargas Llosa como narrador es innegable pero no hay que olvidar que él es un escritor militante, activo y propagandista de la derecha neoliberal. Ahora bien: sin el apoyo estatal y los stands oficiales (nacionales, provinciales, universitarios, de entes autárquicos) la Feria seguramente no existiría. El negocio económico y el gran volumen de ventas que representan los más de 1 millón de visitantes recaen principalmente sobre las grandes editoriales, entre ellas Santillana, quien edita a Vargas Llosa. ¿Por qué mega editoriales o corporaciones globales? Editorial Planeta (de capitales españoles) engloba a editoriales como Emecé, Seix Barral, Espasa, Destino, Minotauro, Ariel, Temas de hoy, Crítica, Paidós, Joaquín Mortiz, entre otras. Otro ejemplo es Editorial Sudamericana (argentina) que fue comprada por Plaza & Janés (española), a su vez adquirida posteriormente por Mondadori (italiana) y más tarde por Random House (estadounidense) para al fin pasar a manos del grupo Bertelsmann (alemán).


III


La publicación de libros como Hagamos futuro, de Mario Das Neves, Sin reservas o De Tomás Moro al hambre cero de Duhalde permiten entrever un nuevo y jugoso contexto de cruce. Estos libros son evidentemente militantes y partidistas y, escrito o no por negreros (como alguna vez los denominó Washington Cucurto) o ghost writters, a la manera inglesa, suponen también una plataforma política, un hipotético banco de marketing que utiliza y exprime el capital simbólico que aún posee el libro. ¿Por qué ahora el libro? ¿Por qué el libro, dentro de un contexto de expansión de las redes sociales, el twitter y los portales de internet con usos políticos, se convierte en una herramienta más de visibilidad y de difusión de candidatos a cargos presidenciales o gubernamentales? ¿Por qué, especialmente ahora, la política parece necesitar de la industria editorial para reproducir su ideología? La explicación de que estamos en un año electoral no basta. Tampoco las características particularísimas de esta elección. En primer lugar, transitamos una época de confrontaciones por el valor de los significados y el sentido de las palabras. En este contexto, el discurso, de una manera novedosa, cobra un nuevo valor. Y también, y quizás esencialmente, porque las nuevas vertientes que posibilitan las redes de información no alcanzan, porque el periodismo, en algún punto, ha perdido su grado de credibilidad y los libros y las editoriales, olvidados o no, renovados en otras direcciones, permiten una supuesta entrada en profundidad más amplia y más objetiva. Como sea, la política se vuelca al texto, a la escritura, al engranaje de las discusiones alrededor de las distintas concepciones que rodean a la cultura y al mercado. O, tal vez, estos no son tiempos para dejar de lado ninguna herramienta. Los estrategas del marketing lo saben.


Publicado en revista Orilla Sur.

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Cholulismo extreme

Recién miraba las fantuosas-exuberantes fotos del casorio de Daniel Link y me di cuenta que mi nivel de cholulismo está alcanzando niveles extraordinarios. O sea: nunca pero nunca llegué tan lejos. Idem, algunas personitas que me conocen hace bastante (quienes, además, se han ganado mi confianza) me consideran un ser verdaderamente chusma (curioso, corrijo yo) Como sea, si existiera alguna revista estilo Caras pero que se ocupara del mundillo intelectual-artie, creo que la compraría.
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Cumple

Estoy un año más viejo
y me siento
como un gran dinosaurio ruso.
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Experiencia

Se ha establecido un régimen de existencia en el cual todo debe ser transformado en producto, en mercadería, incluidos los textos, las ideas, los pensamientos. Marx lo había anticipado muy bien: todo es medible según su valor monetario. ¿Qué es entonces una vida bajo el signo de la idea en un mundo como éste? Hace falta una distancia con la circulación general. Pero esa distancia no puede ser creada sólo con la voluntad, hace falta que algo nos ocurra, un acontecimiento que nos lleve a tomar posición frente a lo que pasó. Puede ser un amor, un levantamiento político, una decepción, en fin, muchas cosas. Allí se pone en juego la voluntad para crear un mundo nuevo que no estará a la orden del mundo tal como es, con su ley de circulación mercantil, sino por un elemento nuevo de mi experiencia.

Alain Badiou
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El impulso

El impulso que sostenía este humo
reculó como un cangrejo; ocurrió
como debía ocurrir
una tarde en que el pan
tostado ardía
en una tostadora del grupo Ansonic
y el motor de la heladera
comenzó a tamborillar
largando feo olor. Meses atrás
había plantado un gajo
embadurnado con ilusiones legítimas
en el estero occidental
de mis fibras musculares.
Al impulso me lo creí todo
pero al fin craqueó
hizo mash up
y se esfumó. ¿Con la ubre
de quién imaginé
alimentar todo esto?
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Perder un sueño


Perder un sueño es como perder una fortuna, qué digo, es peor. Nuestro pecado es haber perdido nuestros sueños. Sin embargo hay que ser fuertes y aunque uno se sienta cansado decirse: "Estoy cansado ahora, estoy arrepentido ahora, pero no lo estaré mañana". Esa es la verdad: mañana la vida no puede ser esto. Habrá que cambiarla aunque haya que quemarlos vivos a todos.

Roberto Arlt
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Sobre Phoenix


Como todos los veranos desde que tengo memoria los suplementos literarios de los principales medios de nuestro país elaboran largas y tediosas listas de los libros que hay que llevar a la playa, o a la montaña o a cualquier otro destino turístico. Enumeraciones de toda clase, de distintos géneros y disciplinas, a veces enmarcadas por la voz de uno u otro autor conocido. Tampoco faltan, por supuesto, los libros que las mismas editoriales que son parte de estos medios han editado a lo largo del año. Recuerdo la anécdota de cierta amiga que, un verano, se llevó a San Bernardo el famoso e interminable Borges de Bioy Casares. Me la imaginaba recostada en una reposera, bajo una sombrilla multicolor, intentando girar las páginas de ese libraco gordísimo de más de 1600 páginas. Este verano me fui al mar y me llevé, casi por azar, dos o tres libros cuya lectura venía postergando. Entre ellos estaba Phoenix, de Eduardo Muslip.

Phoenix fue publicado en el 2009 por Editorial Malón y está compuesto por 3 relatos más o menos extensos (casi nouvelles: “Cartas de Maribel”, “Diciembre” y “Paraguay”) y un bonus track que funciona como epílogo del libro (“Air France”). Lo primero que habría que decir es que la prosa de Muslip (cadenciosa, sumamente lúcida e hipersensible) reclama relatos largos, como los que viene gestando de manera excelente desde Examen de residencia o Plaza Irlanda. Desde la voz de sus narradores – en resumen, un narrador que puede unificarte bajo la categoría de treintañero que realiza un posgrado y subsiste dando clases de español a universitarios – Muslip describe con fluidez un paisaje seco, meticuloso y ordenado y luego trabaja este universo con extraordinaria paciencia. Phoenix –la ciudad, pero naturalmente la ciudad representada por Muslip en Phoenixes una urbe que se materializa en el medio del desierto, un modelo cruzado por redes de información, autopistas y latinos. Una ciudad en tránsito, evanescente, un contexto de cruce. Nadie permanece en Phoenix, la ciudad no es otra cosa que un lugar de paso; por este motivo es posible que los narradores de Muslip asuman de lleno la problemática de la asimilación cultural, realicen ejercicios con la memoria (el recuerdo de Sergio y Nina con el cual comienza “Diciembre”) y en todo caso se abre la posibilidad de la narración.

Phoenix, en resumen, es esto: “Todo en Phoenix es definido, los límites entre las cosas están bien establecidos; es muy precisa la zona de pasto del camino de concreto, la línea de las montañas está muy bien recortada en el cielo, la zona de sol se divide bien de la de la sombra, un auto o una persona están claramente separados de otro auto o de otra persona, pero tanta precisa división resulta inútil porque al mismo tiempo se transmite la ilusión de que todo es más o menos lo mismo”. Aquí, los personajes de estas historias demarcan nuevos territorios, transitan, van, vuelven (el viaje, naturalmente, es condición de estas narraciones) siempre en busca de las alternancias de la ilusión, ya sea en forma de amor, trabajo o estudio. Aquí, los personajes de Muslip también funcionan, como en el caso de Maribel, como un aislante de aquel otro orden prolijo que es el desierto: Maribel y la fascinación que ejerce por el narrador constituye “una capsula” en el desierto de Phoenix.

Un último punto: los personajes que pueblan el libro de Muslip se decepcionan, escapan, abrigan esperanzas, pero funcionan como itinerancias que le permiten al narrador detenerse en lo único que importa, aquel elemento que a fin de cuentas es el que da un valor extraordinario a la narrativa de Muslip: la búsqueda de la experiencia, la que en general recae sobre instancias pequeñísimas. Escribe Muslip: “Siempre descanso más mirando detalles que escenarios más amplios, mirando una hormiga con un pedazo de hoja que un zoológico o un parque entero, un chorro de agua que confluye con la del borde de la calle y que se precipita en el desagüe que el panorama de un río desde un puente. Descanso mirando detalles, mi memoria también descansa al recuperarlos”.

La mirada de sus narradores panea, selecciona y con una lucidez extrema se posa sobre ciertos objetos, personas, frases, paisajes. Phoenix, siguiendo esta línea, puede leerse como un gran libro que describe las representaciones de la sensibilidad de un estudiante de posgrado en una lejana ciudad norteamericana. Aquí esta su valor: narrar de manera excelente la fantasía de una generación de clase media-alta que sueña con recibir una beca y trasladarse a otra coordenada geográfica: podrá ser Phoenix, Berlín o París. Naturalmente nunca San Bernardo o cualquier otra playa del Partido de la Costa.

Publicado en Orilla Sur

Esquimal

Publicaron mi cuento "Esquimal" en la revista Orilla Sur. Lo pueden leer haciendo clic acá. Otra cosa muy genial es mi bio-bibliografía. Ah, voy a aprovechar esto para inaugurar una nueva sección que va a causar furor en este blog: autobombo.
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Plantillas

Acabo de dedicar unos minutos a modificar el diseño de esta plantilla blogger. No hubo caso, me decepcionan las posibilidades de cambio, los formatos predeterminados que me ofrece blogspot, especialmente en lo que respecta a los colores y la distribución de las columnas y los textos. Me gustan y extraño los formatos antiguos. A veces visito blogs que nunca modificaron nada y aun conservan diseños que ya no aparecen dentro de las opciones a elegir. Eso me da un poquito de bronca.
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