Bob Dylan: del imaginario beatnick al never ending tour


1- Todo aquel que quiera escribir algo sobre Dylan se enfrenta a una paradoja: por un lado el gigantesco volumen de papers críticos, biografías y análisis dan la sensación de que ya se ha dicho prácticamente todo sobre el septuagenario songwritter de Minesotta. Por otro, las pocas certezas y entrevistas que ha dado Dylan a lo largo de su vida conforman un agujero negro de sentido que críticos y melómanos intentan descifrar como pueden. Ahí van las infinitas biografías, conciertos alive, dvds, docus como el extraordinario No direction home de Martin Scorsese, libros que recopilan desde historias de freaks que se han cruzado con Dylan en un ascensor, que lo han atropellado con su Mustang a la salida de un bar o que han conversado con él en el lobby de un hotel de Suecia o Finlandia, hasta estudios post-estructuralistas, traducciones, análisis religiosos, sociopolíticos, estudios de literatura comparada, perfiles lacanianos, páginas y más páginas que prometen, algún día, sepultar su obra con todo lo que se ha dicho y escrito sobre la obra misma. Mientras tanto, el hombre que acumula 34 discos de estudio – todos inevitables para entender su trayectoria y al menos 5 o 6 que, aunque suene a lugar común, han cambiado los lineamientos de la música popular del siglo pasado – cada tanto fintea a todos juntándose a componer con Genne Simmons o prestando sus canciones para publicidades de Victoria Secret. Cuando pienso en esto me da la sensación de que Bob Dylan ha hecho todo lo posible para correrse de los aparatos de lectura con los cuales pretendemos descifrarlo: lo hizo en el ´65, cuando electrificó el folk e hizo lo que pocos pueden presumir: crear un nuevo género. También un poco antes, al romper el molde prototípico de la canción moderna y lanzar como corte de difusión de Highway 61 revisted su “Like a rolling stone”, luego, al cansarse de ser Dylan y, en su momento de mayor exposición y post accidente, literalmente, on the road, alejarse de los escenarios durante 7 años, lo hizo nuevamente a mediados de los sesenta al abandonar las canciones de protesta para ahondar en la esencia de la música popular norteamericana. Una de dos: o Dylan es conciente de ciertas corrientes de lectura o, lo más probable, Dylan hace lo que quiere cuando quiere y conforma así una personalidad única, repleta de matices, indescifrable.

2 – Esta historia es muy conocida: en el año 1965 Dylan toca por tercera vez en el festival de folk de Newport y, acompañado por The Band, realiza un set eléctrico, ganándose puteadas y abucheos del que era, hasta entonces, su público devotísimo. Antes, había colmado la capacidad de los workshop característicos de Newport: especie de talleres diurnos donde los artistas tocaban, por lo general, para treinta o cuarenta personas. A Dylan lo escucharon más de dos mil. Su recorrida por el festival es interesantísima: en solo dos años (del ´63 al ´65), Dylan pasa de promesa tímida del folk a mega star, exponente máximo de la contracultura norteamericana, profeta contemporáneo y portavoz del colectivo social de los años sesenta. Del ´63 al ´64 ocurren importantes quiebres en la esfera sociopolítica y cultural estadounidense: en noviembre es asesinado Kennedy y en febrero de 1964 Los Beatles visitan por primera vez Estados Unidos. En ambos festivales, algunos hechos fundacionales de la bio de Dylan: las versiones en vivo de dos canciones emblemáticas de la militancia contracultural y pacifista, “With god on our side”, cantada a dúo con Joan Baez, y el cierre de su actuación nocturna con “Blowin´ in the wind” nuevamente con Baez, Pete Seeger, The Freedom singers y Pete, Paul and Mary, todas estrellas de la corriente folk americana de aquellos tiempos. Un año después, mientras Pete Seeger observa acodado sobre un piano viejo, el registro histórico de la primera versión en vivo de “Mr Tamobourine man”, una de las canciones más hermosas que se han compuesto jamás. Pero la historia que todos conocen llega en 1965, cuando un Dylan eléctrico hace una versión rocker de “Maggie´s farm” e inventa el folk rock La elección de Maggie´s farm no es casual: Dylan canta: “Ya no voy a trabajar en la granja de Maggie nunca más” y The Band se saca chispas e incendia el ambiente pastoril y jipi de Newport. Podríamos decir: mientras Los Beatles hacían pop music para adolescentes neuróticas, Dylan estaba haciendo rock en el sentido más amplio del término.

3 – La revista inglesa Mojo, en 2002, publicó lo siguiente anécdota narrada por Nick Cave: “Hace unos cuatro años, yo estaba tocando con los Bad Seeds en el Gladtonbury Festival. De golpe empezó a llover a cántaros. Yo estaba en la puerta de mi trailer observando cómo el nivel del agua subía y subía y enseguida me llegó a las rodillas. Mi trailer empezaba a inundarse y entonces vi en la distancia un botecito que se acercaba y en el que venía remando un hombre con uno de esos impermeables de plástico con capucha. Supuse que venía a rescatarme. El bote llegó hasta mí y el tipo extendió una mano en la que el pulgar tenía una uña muy larga. La mano es suave y está muy fría y no es que quiera ayudarme a subir al bote. La mano quiere que la estreche, eso es todo. Le doy la mano al hombre y el hombre, que es Bob Dylan, me dice: ‘Me gusta lo que haces’. Después hace girar al bote y se aleja remando hasta su propio trailer”.

4 – En 1966 Dylan devuelve favores a Lennon y Mc Cartney, visita Inglaterra e inicia una gira asesina que entrará en la historia: furiosos conciertos al taco, viajes, drogas y zapadas nocturnas, abucheos y gritos de “traidor” y “vendido”. Amenazas de muerte, a las que Dylan responderá: “No me molesta que me disparen; me molesta que me anuncien que me van a disparar”. Un exhausto Dylan diciendo, como puede verse en el documental de Scorsese, que le traigan “un nuevo Dylan para usar”. Dylan pidiendo volver a casa pero aterrado de morir en un accidente aéreo.

Esto también es leyenda: el 17 de mayo de 1966 en el Manchester Free Trade Hall, alguien del público (algunas biografías se han empecinado en rastrearlo) le grita “Judas” y Bob, después de un momento de perplejidad, responde “No te creo, eres un mentiroso”. Entonces se da vuelta, le dice a su banda “Play fucking loud” y suenan los primeros acordes de “Like a rolling stone”. Más tarde, de regreso a Estados Unidos, sufre un accidente con su moto, se convierte al cristianismo y desaparece de los escenarios durante 8 años.

5 – El movimiento beatnik formó la subjetividad de Dylan: On the road de Jack Kerouac, además de forjar la primera vanguardia norteamericana, sacó a una generación de jóvenes norteamericanos a la carretera, fundó una mitología y todos imaginaron que en el Oeste se encontraba la salvación. Dylan es el hijo pródigo de esta tradición. En la Nueva York del 1961, después de dejar su casa de Minesotta, comenzó a tocar sus canciones en bares y salones, después de actos y lecturas de poesía. El imaginario poético de Dylan es muy amplio y abarca desde el modernismo de T.S Elliot, Ezra Pound hasta Allen Ginsberg, Kerouac, Conrad, etc. Busquen por favor en youtube el video de su canción “Series of dreams”: aquí estas referencias se vuelven imágenes. Dylan, en otras palabras, leyó mucho y logró metabolizar esas lecturas para diagramar su propia dinámica poética. Así, logró lo que ningún poeta: alcanzar una audiencia masiva. Lo hizo, también, utilizando al rock como portal. Algunos dicen que de continuar por la senda del folk, nada de esto hubiese sucedido. En la música argentina, Dylan influyó de muchas maneras: a autores como León Gieco, que no solo copiaron literalmente el modelo de sus canciones de protestas (“Solo le pido a Dios”) sino también su imagen de trovador y su instrumento por antomasía: la armónica. Por otro lado, Andrés Calamaro, quién licuó su obra de la manera que pudo. Sin ir más lejos, Honestidad Brutal retoma como intertexto el Blood on the tracks dylaniano; la tapa del disco doble lo homenajea directamente, también la pose de Andrés y, quizá, el fraseo actual del Salmón remite tanto a sus etapas españolas como a la fonética de Bob. La versión más genuina de esta reconversión musical y letrística es “No tan Buenos Aires”: oda urbana, histórica y cultural a Baires.

6 – Entre el 1963 y 1966 Dylan tiene un estallido creativo fantástico: en esos tres años edita The freewheeling Bob Dylan (su segundo disco, 1963) The time they are a –changing (1964) Another side of Bob Dylan (1964) Bringing it all back home (1965) Highway 61 revisited (1965) y el álbum doble Blonde on blonde (1966) donde lleva su electricidad al máximo y alcanza, según él, “un sonido delgado y de mercurio salvaje”. Es decir: en 3 años edita 6 discos, uno doble. Pocos artistas en la historia han hecho algo semejante. Todos y cada uno de estos discos se convirtieron en clásicos, obras maestras. Sobre Highway 61 revisited, que comienza con “Like a Rolling Stone” y culmina con los once minutos y media de “Desolation Row”, Bob Johnston, productor del disco, exageró: “Dios no puso la mano sobre el hombro de Bob. Dios le pegó una patada en el culo. Y Bob fue poseído por el Espíritu Santo durante esas sesiones de grabación”. Frases así construyen una mitología.

7 – En este momento estoy escuchando New morning, un disco de 1970 que comienza con una de esas canciones pop que, tal vez, fueron el resultado de la influencia de Los Beatles: la lindísima “If not for you” que luego versionaría George Harrison en su formidable All thing must pass. New morning, sin toda la carga que habían tenido los discos anteriores, es hiper disfrutable: contiene influencias gospel, blues, canciones folk, swing y pop. Cuatro meses antes, Dylan había editado el segundo álbum doble de su carrera: Self Portrait, con versiones de temas country, nuevas composiciones y temas instrumentales. El disco es destruido por la crítica y Greil Marcus, periodista estrella de la Rolling Stone, escribe “¿Qué es esta mierda?”. Dylan diría, años más tarde, que Self Portrait era una broma que nadie entendió, un disco que no podía ser interpretado bajo los estandartes de significación con los cuales fueron leídos sus discos de los sesenta.

Si la significación era lo que impregnaba la música de Dylan en los sesenta, esta, con los años, se ha vuelto más abstracta. Si se quiere, lo que ha ocurrido con su música es un pasaje del contenido a la forma. A finales de los años ´90 Dylan revivió con algunos discos memorables y alcanzaría su apogeo con Modern Times, elegido en el 2006 como disco del año por la revista Rolling Stone. Dylan decidió, ya hace décadas, profundizar en las raíces de la música tradicional norteamericana y retornó al rock clásico, al blues y al folk.

8 – En 1975 Dylan inauguraría el concepto de disco de ruptura con Blood on the tracks, un disco excelente que comienza con una de sus mejores composiciones: “Tangled up in blue”. Más tarde, durante los años ´80, Dylan perseguiría sin éxito el pulso de su tiempo. En 1986, después de un concierto en Locarno, Suiza, y en uno de los momentos artísticos más pobres de su carrera, decidió que no iba a parar de tocar en vivo. En otras palabras: si su carrera había comenzado bajo el signo del imaginario beatnik, Dylan optaría, en su madurez, por volver a las fuentes. Así ideó el concepto del Neverending Tour: dinámica, viajes interminables, estadios, festivales o pequeños cabarets. La idea es tocar, no importa donde. Aquí la carretera vuelve a entrar como una manera de reinventarse a si mismo: “A muchos artistas no les gusta la carretera, pero para mí es algo tan natural como respirar. Es el único sitio donde puedes ser lo que quieres ser. No hay canción que suene dos veces igual. Imposible aburrirse”. Así, disfrazado de cowboy de otro siglo, Bobby recorre el mundo. Y tiene razón: en su última visita por estos pagos, en el estadio de Velez, Dylan recorrió su repertorio de pe a pa, recreando canciones que apenas se reconocen, tanta es la reformulación de su pasado. Es decir: trabaja las canciones de acuerdo a su presente y las reconstruye in situ. Otra cuestión notable: su voz, a lo largo de las décadas, ha descendido desde su característico tono nasal (salvo en discos como Nashville Skyline o John Wesley Harding donde modifica su tono y su rango vocal para adaptarse al registro de la música country) a la laringe y ahora, más abajo aún, a la garganta.

9 – “When the deal goes down” pertenece a la última etapa de Dylan: forma parte de Modern times, editado en 2006. La traducción de la canción le pertenece a Pedro Mairal:





En la quietud de la noche, en la antigua luz del mundo / Donde la sabiduría se abre paso a golpes / Mi cerebro desconcertado trabaja en vano / A oscuras por los senderos de la vida / Cada rezo invisible es una nube en el aire / El mañana sigue dando vueltas / Vivimos y morimos, no sabemos por qué / Pero voy a estar con vos cuando llegue el momento // Comemos y bebemos, sentimos y pensamos / Vagamos calle abajo / Río, lloro y me obsesiono / Por cosas que nunca deseé ni quise decir / La lluvia de medianoche sigue al tren / Todos llevamos la misma corona de espinas /Alma con alma, ruedan nuestras sombras /Y voy a estar con vos cuando llegue el momento // La luna da luz y brilla en la noche /Cuando apenas siento su ardor /Aprendemos a vivir y después perdonamos / En el camino que nos lleva /Son más frágiles que las flores estas horas preciosas / Que nos atan tan fuerte uno al otro / Llegás a mis ojos como una visión del cielo / Y voy a estar con vos cuando llegue el momento // Junté un flor, floreció en mi ropa / Seguí el arroyo ondulante / Oí el ruido ensordecedor, sentí alegrías pasajeras / Sé que no son lo que parecen / En estos dominios terrestres, llenos de desilusión y dolor / No me van a ver poniendo mala cara / Te debo mi corazón y esa es toda la verdad / Y voy a estar con vos cuando llegue el momento.

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Publicado en Orilla Sur.

1 comentario:

Shalena Mitcher dijo...

Quedo precioso esto! El chimpún con scarlet-dylan-mairal es divino.


Por otra parte, una sensación de pop neurótica que no puede más con su ego: me da mucha alegría que Bob y yo estemos vivos al mismo tiempo. Me siento parte de alguna extraña manera.