¿Y vos que mirás?


1 – De madrugada, por la ventanilla del colectivo, veo hombres que cruzan la calle y arrastran baldes y cilindros. Luego, con una brocha gorda, esos hombres pegan láminas encima de otras láminas y, en pocos segundos, antes de que la luz del semáforo mute en verde y ya no pueda seguir la escena, la pared descascarada del antiguo cine aparece, de pronto, cubierta por afiches que no alcanzo a distinguir. Al día siguiente pasó por el lugar y entre los cartelones de una inmobiliaria veo el rostro de Daniel Scioli. Scioli posa con Cristina y se lee, en letras coloradas, una única palabra: lealtad. Pienso en Cobos. El que diagramó está imagen pretende que yo piense en Cobos. Tiene un éxito rotundo. Yo, lector y consumidor, pienso en Cobos.

2 – Más allá de que el año electoral esté entrando en su apogeo, la ley de reforma sancionada en diciembre de 2009, la cual establece internas abiertas en cada partido, ha tenido un interesante efecto residual: la multiplicación del marketing político. Cualquiera puede ver, tapizando el frente de edificios o empapelando terrenos en construcción, imágenes que anuncian la pre-candidatura a Jefe de Gobierno de Daniel Filmus, Amado Boudeau o Carlos Tomada, el rostro sonriente de Eduardo Duhalde, el perfil del malogrado Das Neves y su ansiada semejanza con Lula Da Silva, también Sanz, Heller, Pino, y todo el frente opositor. Ahora bien, lo que hace algunos años era solo potestad del PRO Macrista, la zumbona campaña de eslogans, tonos llamativos, cacofonías y rimas, ahora se ha expandido, con menor intensidad, a todos los frentes políticos. Si se miran bien las láminas, también se encuentran retoques fotográficos, plush de brillo, photoshop y otras maravillas tecnológicas que embellecen rostros, dientes y muecas.

3 – En general y salvo contados casos, los afiches demuestran una ausencia total de lineamientos de campaña en términos estrictamente políticos y abundan en perfiles ricos (o no, depende el caso) de construcciones publicitarias. En otras palabras: cuanta más energía demanda la frase con punch y gancho, menor es su contenido. Sin embargo ¿No es también relegar la política a la ponderación de la imagen? Por ejemplo: Telerman, “sabe”. Y sabe con la barba crecida y los ojos vidriosos, aunque uno se pregunté qué, pero él sabe, con algunos años de más y con la experiencia de su medio mandado al frente de la ciudad de Buenos Aires. En el borde inferior derecho, lo suficientemente visible, aparece las coordenadas virtuales de su página web. Más tarde volveremos sobre esto. Ahora bien, el ya famoso “Sabemos y podemos” de Duhalde, con las lenguas de fuego sobre el borde de la bandera argentina, aquel Sabemos y podemos que también fue lema del dictador Lanusse en 1972, apela, una vez más, a una primera persona del plural que sabe y puede. Sabe, por oscuras razones, y puede, por otras tantas. ¿Pero quienes son los que saben y pueden? ¿Por qué Duhalde elige referenciar a Lanusse?

4 – Con la primera década del siglo XXI, las redes sociales, el twitter y otras herramientas de la web 2.0 se han convertido en elementos de campaña indispensables para cualquier político que quiera lanzar su plataforma electoral. En nuestro país, el impacto de la militancia también trajo consigo la construcción de un nuevo destinatario activo y con ansias y voluntad de participación. O, al menos, es la ilusión que imponen las redes. De esta manera, el boom de los nuevos medios de interacción virtual, erigidos como herramienta fundamental una vez que Obama hizo de ellos el leit motiv de su campaña presidencial, promueven la interacción y la promesa de forjar juntos (¿entre quienes?) un nuevo horizonte político. El nuevo concepto a explotar es: todos juntos podemos, te necesitamos, envía tus propuestas. Lo utiliza Pino Solanas, en el lanzamiento de su candidatura a Jefe de Gobierno porteño y obligado a abandonar el discurso sobre la minería y los recursos naturales, al declarar en su afiche “Entre todos podemos transformar la ciudad”. O Hugo Quintana, al decir “Vamos juntos” (¿Hacia dónde, querido Hugo?) Como sea, una y otra vez se demarca, con las mismas herramientas pero con un sentido antagónico, un territorio de diálogo y participación ciudadana que busca conformar un espacio de crítica a la trillada idea de crispación y polémica.

5 - Volvamos por un momento a Telerman. En su page web promueve una ciudad activa y, naturalmente, una ciudad para todos. En este punto, una ciudad y una plataforma política que promueve el diálogo y la discusión. Hasta aquí, perfecto. Y agrega, en el texto que abre su página, en una primera persona del plural que conforma una especie de colectivo telerminiano: “Y lo bueno de estas herramientas es que podemos hacerlo de primera mano, dejando en claro lo que el rumoreo y la simplificación de los medios suele oscurecer”. Aquí se filtra o se aprovecha la desconfianza que inauguró el kirchnerismo sobre la maquinaria siniestra de los medios de comunicación.

6– Como Alf que retorna en forma de fichas, otro que regresa pero en forma de afiche, es Nestor Ibarra. No se sabe mucho, pero su apuesta, mirando de perfil hacia la derecha (donde se encuentra, obsecuentemente, el futuro) es la educación. ¿De qué manera? ¿Cómo? Una vez más, remitirse a su page. Por otra parte, según lo que se desprende de las encuestas (que no deja de ser una forma de lo imaginario), la lista de preocupaciones de los porteños la encabezan la seguridad, la salud y la educación. Las dos primeras, por obvios motivos, son, a priori, palabras vedadas para Ibarra.

7 - Por otra parte, el afiche de Graciela Camaño, mujer de Luis Barrionuevo y precandidata a la gobernación de la provincia de Buenos Aires por el peronismo federal, promete, con blazer rojo, cara lavada y gesto adusto, trabajo. El afiche dice, literalmente, “Es tiempo de trabajar”. La frase es mínima pero rica en su mensaje: no apela a ningún juego de palabras sino que construye su idea en base de un constructo preposicional y a un verbo en infinitivo con la suficiente carga semántica para llamar la atención. Además, por ser un verbo intransitivo, no necesita de ninguna construcción sintáctica que lo acompañe: a la manera de soñar, en términos sintácticos y semánticos, trabajar se basta por si solo.

8– Finalmente, la maquinaria publicitaria del Pro esta vez no apela al nombre propio de Macri, sino a afiches multicolores que dan la bienvenida y estimulan la participación del electorado porteño. En busca de no repetirse pero repitiendo lo que todos los frentes parecen saber, se apela una vez más a la construcción conjunta de un proyecto. “Sos bienvenido” dice el Pro, en un graneado multicolor por demás brillante ¿Pero quiénes son bienvenidos? El siguiente afiche responde a esta pregunta. Aquí el Pro busca cristalizarse como un partido apto para todo público, abierto a cualquier ideología y clase social, mediante fotos de jóvenes rockers, laburantes, abuelas y (no se rían) hinchas de River. Llaman la atención dos cosas: salvo la abuelita, todos son hombres menores de 40 años, entre ellos, un joven ejecutivo en bicicleta (medio de locomoción que, por supuesto, no podía faltar) un metalero y otro muchacho con una remera de Sumo. En otras palabras está apostando por la ampliación de su franja electoral y, una vez más, apuesta a enceguecer con sus luces a ciertos tipos sociales.

Publicado en Orilla sur.

1 comentario:

Shalena Mitcher dijo...

¿Y la de Estenssoro diciendo "tengo un sueño entre ceja y ceja y no voy a parar hasta cumplirlo" al lado de una foto Frida style?

Hoy apareció una nueva de Mauri, viste? "Juntos venimos bien".
y me acordé de un librito groso con el que mi generación aprendió cómo se hacen los bebés:
"De dónde venimos".