El regreso del mesías del folk



 Newport - 1963

Estamos a finales del mes de julio de 1963, en Freedom Park, Newport, Rhode Island: una meseta arbolada donde una centena de jóvenes permanecen sentados en el césped, con los hombros tostados por el sol, mientras las estrellas de la música folk del momento rasgan sus guitarras. En algún momento, con una camisa holgada, una armónica, su pelo enmarañado y una guitarra acústica, un jovencísimo Bob Dylan —que ya entonces era una de las grandes promesas del folk estadounidense — se deja caer en una endeble silla de madera. Se trata de la primera gran aparición de un Dylan que, tímido y con la mirada baja, entona las estrofas de su mítica canción anti-bélica With God On Our Side, acompañado por la dulce voz de Joan Baez. Más tarde, en los conciertos nocturnos —el Festival de Folk de Newsport presentaba workshops diurnos, especie de talleres al que usualmente asistían 50 o 60 personas, combinados con presentaciones masivas por la noche— Dylan invitaría a toda la crème folkie: la propia Baez, Pete Seeger, The Freedom Singers y Peter, Paul and Mary para cantar su primer gran éxito, Blowin’ in the wind, tomada en aquellos años por la corriente pacifista y el movimiento contracultural de los años 60. Dylan participa en tres oportunidades del Festival de Folk de Newport y en todas sus presentaciones pueden rastrearse hechos fundacionales de su biografía. No solo esto: en solo dos años (del 1963 a 1965) Dylan sufre una transformación extraordinaria, pasa de promesa y emblema de la renovación musical del folk a mega estrella, profeta contemporáneo, artífice máximo de la contracultura americana y portavoz del colectivo social de los luminosos años sesenta. La metamorfosis de Dylan es solo comparable con los acontecimientos que trastocan la sociedad norteamericana: entre el Festival de Newport del 63 y el 64, muere acribillado el presidente Kennedy y los Beatles visitan por primera vez los Estados Unidos, causando un verdadero delirio adolescente. Entre 1964 y 1965, Estados Unidos se involucra en la guerra de Vietnam y Malcolm X es asesinado en Harlem. En esos años, Bob Dylan se convierte en Bob Dylan. Newport, por su parte, es testigo de la primera versión en vivo de Mr. Tambourine man y, un año más tarde, llega la leyenda. Dylan electrifica su música y hace lo que pocos pueden presumir: inventa un nuevo género, el folk rock. Así, acompañado por los músicos que luego darían forma a The Band, Dylan canta Maggie´s far y Like a Rolling Stone. En la primer parte de autobiografía —Crónicas, volumen 1, traducida al español en 2005 y editada por Global Rhythm Press— escribirá: «La escena de la música folk se había convertido en un paraíso que necesitaba dejar, como Adán tuvo que abandonar su jardín. Era demasiado perfecto».

Primer intervalo: el estallido creativo

Entre los años 1963 y 1966 Dylan tiene un estallido creativo fascinante que modifica para siempre la morfología de la música popular del siglo XX. Dylan edita seis discos —uno de ellos doble— en tan solo tres años, algo que pocos artistas han hecho a lo largo de la historia. En1963 presenta su segundo album, The freewheeling Bob Dylan y más tarde The times they are a-changing. Luego será el turno de Another side of Bob Dylan (1964) y, un año después, dos obras maestras: Bringing it all back home —que incluye canciones como Mr. Tambourine man, Love minus zero/no limit y Gates of Eden, dividido en una cara acústica y otra eléctrica— y Highway 61 revisited (1965). En 1966 edita el álbum doble Blonde on blonde (1966) en el cual alcanza, según Dylan, «un sonido delgado y de mercurio salvaje». Sobre Highway 61 revisited, que comienza con Like a Rolling Stone y culmina con los once minutos y pico de Desolation Row, Bob Johnston, productor del disco, exageró: «Dios no puso la mano sobre el hombro de Bob. Dios le pegó una patada en el culo. Y Bob fue poseído por el Espíritu Santo durante esas sesiones de grabación».

Inglaterra – 1966

Como los Beatles en 1964, dos años después Bob Dylan visita Inglaterra. Inicia una gira salvaje que entraría en la historia de la música moderna: furiosos conciertos esencialmente eléctricos, viajes, drogas, cruces brutales con el público que lo abuchea y le critica haberse vendido al establishment. Dylan responde a las amenazas de muerte, cínico: «No me molesta que me disparen; me molesta que me anuncien que me van a disparar». Un exhausto Dylan dice, después del concierto, que le traigan «un nuevo Dylan para usar». Pide volver a casa, pero se muestra aterrado de morir en un accidente aéreo.
Lo que sucedió en el Manchester Free Trade Hall el 17 de mayo de 1966 también es leyenda. En un intervalo, alguien del público le grita «Judas» y Bob, después de un momento de perplejidad, responde: «No te creo, eres un mentiroso». Entonces gira sobre sí mismo y le dice a su banda «Play fucking loud». Suenan los primeros acordes de Like a rolling stone: potentísima, incendiaria, un delirio. Más tarde, de regreso a Estados Unidos, un Dylan colapsado sufre un accidente viajando en moto, literalmente on the road, abandona sus raíces judías —Bob Dylan es, originalmente, Robert Zimmerman— se convierte al cristianismo y desaparece de los escenarios durante ocho años.

Intervalo: la poesía dylaneana

On the road, de Jack Kerouac y la Generación Beat edificaron la subjetividad y la esfera compositiva y poética de Dylan. No solo esto: el movimiento Beat, además de forjar la primera vanguardia norteamericana, impulsó a toda una generación de jóvenes a la carretera, fundó una mitología y contribuyó de manera decisiva en la experimentación sexual, en el uso de drogas y la liberación de los estereotipos familiares y sociales de la sociedad norteamericana.  Ahora bien, el imaginario poético de Dylan es muy amplio y abarca desde el modernismo de T. S. Eliot, el imaginismo de Ezra Pound hasta Allen Ginsberg, Kerouac, Conrad y Dylan Thomas. El propio Dylan leyó mucho y logró metabolizar esas lecturas para diagramar su propia dinámica poética.

Locarno, Suiza – 1986

Los años ochenta no fueron fáciles para Dylan: intentó perseguir el pulso de su tiempo y editó varios discos que coquetearon con el pop. Él mismo lo expresa en su biografía: «Me sentía acabado, los restos de un naufragio en llamas. Había demasiado ruido en mi cabeza y me era imposible expulsarlo. Dondequiera que vaya, soy un trovador de los sesenta, una reliquia del folkrock, una rapsoda de tiempos pasados, un jefe de Estado ficticio de un lugar que nadie conoce. Me encuentro en el abismo sin fondo del olvido cultural». Después de un concierto en Locarno, Suiza, y en uno de los momentos más pobres de su carrera, el último American Classic decidió que no pararía de tocar en vivo. Así ideó el concepto del Neverending Tour: una gira interminable alimentada por el síndrome del viajero compulsivo, una gira que sigue creciendo, que atraviesa las carreteras de todo el mundo para depositar al viejo tahúr en el escenario de grandes estadios, festivales o pequeños cabarets.

Buenos Aires (Vélez Sársfield) – 2008

Los devotos corean por lo bajo estribillos casi indescifrables, ya que Bob ha reformulado sus viejas creaciones y su banda —un quinteto de geniales convictos vestidos de negro— elabora cada pieza no desde la nostalgia, sino a partir del estado vocal y el presente del viejo poeta. Su voz, que fluye de la laringe, se ha tornado más nasal y rasposa; pero aun así aparece su genio: Dylan, desde su juventud, ha hecho de sus limitaciones una decisión estética. Por eso nos emociona. Por eso necesitamos verlo. Finalmente, con paso lento y algo encorvado, Dylan vuelve para los bises y termina su concierto, sin decir una sola palabra al público, con Blowin´ in the wind. Al salir, escucho a una mujer extasiada que explica: «la versión cabaretera de Blowin es una de las cosas más lindas que escuché en toda mi vida». La frase, por supuesto, queda grabada en la memoria.

Buenos Aires (Gran Rex) – 2012

Una vez más, el Neverending Tour trae a Dylan ala Argentina. Serán 4 conciertos, el 26, 27, 28 y 30 de abril en un espacio de lujo: el Gran Rex. Como alguna vez dijo Leonard Cohen, Dylan es uno de esos personajes que aparecen cada 300 o 400 años. Sería una locura perdérselo.

Publicado en El gran otro.
.

La araña vampiro

Es un cuento muy pequeño sobre un chico que viaja con su padre a una cabaña en el medio de la montaña y que la primera noche lo pica una araña venenosa muy extraña, cuya única cura es que lo vuelva a picar una araña de la misma especie. Por lo tanto tiene que entregar su vida a un guía de montaña y un poco la película cuenta el viaje que hacen esos dos personajes, este joven urbano y temeroso, con este guía de montaña en busca de estas arañas que necesita para curarse y salvar su vida.

Gabriel Medina, sobre "La araña vampiro".
.

In love

Por supuesto las mujeres siempre eligen, con un instinto desconcertante, los momentos más terribles para terminar una relación. Sus despedidas siempre parecen ocurrir como los asesinatos, cuando menos se las espera. Habrá una nota en la mesa de la cocina, apoyada contra la azucarera, justo el día en que, más enamorado que nunca, uno le trae una orquidea envuelta en celofán; o lo dirá caminando por la avenida, mientras uno la abraza por la cintura y le habla entusiasmado sobre una casita que vio en venta a media hora de Nueva York. Son anuncios que parecen calculados para caer los días de cumpleaños, cuando uno cree estar muy feliz o cuando se está dando un baño de inmersión, cuando la casa está más en paz que nunca, o cuando uno pasea por el jardín, disfrutando de la promesa de un hermoso atardecer. Ella esperará hasta el momento exacto en que uno se incline a oler las rosas y piense que, después de todo, es una chica esplendida, y se sienta completamente convencido, y la vida de a dos le parezca, pese a las pequeñas peleas y diferencias, muy pero muy buena, para lanzar la bomba desde detrás de los rosales.

Alfred Hayes, In love.
.

El retorno de las chicas jedi

.

Sobre la persuasión

Yo estoy convencido de que el tema del vacío de los chinos es, llevándolo a algo más occidental, el ilusionismo. El show de magia que uno puede ver en un teatro. El mago lleva a que mires para un lado mientras la cosa está pasando por el otro. En el deporte pasa exactamente lo mismo: nosotros tratamos de crear ese ilusionismo. Los sistemas ofensivos básicamente son los que hacen que la defensa vaya para un lado y la acción ocurra del otro. Tenés que hacerle creer al defensor que la acción va a estar por acá cuando querés jugar por allá. Tiene un paralelismo muy importante con lo que ustedes decían porque básicamente lo que distingue a un gran jugador de un jugador no tan bueno es el poder de persuasión que tiene generando esa distracción.

Pepe Sánchez
.

Entre Derek Zoolander y el Anti-arte: sobre El artista, de Michel Hazanavicius

1. El artista (Michel Hazanavicius - 2011) cuenta la historia de George Valentin (Jean Dujardin) una gran estrella del cine mudo que ve declinar su carrera ante la llegada del cine sonoro. A partir de este pasaje, El artista construye un poderoso relato que reproduce el universo cinematográfico de los años veinte. Como ya ha anotado la crítica especializada, sus aciertos son variados: planos muy bellos que contemplan las técnicas de composición de antaño, actuaciones impecables - desde la pareja protagónica, interpretados por el propio Dujardin y Berenice Bejo en el papel de Peppy Miller, hasta la gran constelación de personajes secundarios que incluye a John Goodman y a Penélope Ann Miller, entre otros - un guión preciso y cierta fascinación por plasmar una experiencia cinematográfica del pasado: el cine mudo. Por estos y otros motivos, la película ha recorrido festivales de todo el mundo cosechando decenas de premios, entre ellos, el premio mainstream por excelencia: Mejor Película en la última entrega de los Oscar. Sin embargo, el film de Hazanavicius obliga a una lectura más profunda.

2. La obra literaria de Joseph Conrad es especialmente crítica con el modus operandi de la política colonial del imperio británico a lo largo de la primera mitad del siglo XIX. Cuando Conrad se convierte en autor canónico de la literatura inglesa y la corona glorifica su producción, el poder crítico de su obra se desvanece. Hazanavicius no es Conrad, ni El artista es El corazón de las tinieblas. No hablamos aquí de méritos artísticos, sino de las decisiones de un autor en relación con la época que lo contextualiza y su posición crítica ante determinado engranaje: el Colonialismo, por un lado, Hollywood, por otro.
El arco temporal que propone El artista recorre desde los primeros años de la década del veinte hasta finales de los años treinta. El ocaso del cine mudo es análogo con el derrape de Valentin. Los cambios en la técnica y la dinámica de la industria - que, naturalmente, obedece a la lógica capitalista - exigen reemplazar lo viejo por lo nuevo. Como ya ha anotado Boris Groys, la novedad alimenta el deseo de los consumidores. El director y productor codicioso pero, al final, simpático, Al Zimmer (John Goodman), le dice a George Valentin: "Esto es el futuro", mostrándole un pequeño trailer sonoro. Valentin retruca: "Si esto es el futuro, no quiero formar parte de él". Valentin no solo es incapaz de leer la dinámica de su propia época, sino que él mismo cristaliza lo añejo, lo que está por desaparecer. Es, en suma, lo desechable porque no puede reconvertir su "arte" para que este sea usufructuado en un nuevo estadio de consumo. Hazanavicius no machaca sobre el sistema de producción del cine mudo, sino que, bajo el prisma de su personaje principal, parece criticar la lógica industrial y el estatuto del éxito, al transitar el estrellato y posterior olvido de un actor. Pero, en realidad, todo esto es una siniestra pantomima, un truco de distracción.

3. Ahora bien: aquel actor de cine mudo, Valentin ¿es realmente un artista? ¿Dónde está su arte? ¿En sus morisquetas y su capacidad para gesticular? ¿En el brillo y la gracia que transmite a través de la pantalla? Pantalla que, naturalmente, es doble, por ser un meta discurso sobre el cine mismo. Pero aquí hablamos de Valentin, y no de Dujardin, quién lo interpreta. Retomemos: ¿Por qué Hazanavicius significa a Valentin como un artista, cuando su arte, en suma, está íntegramente puesto al servicio del público y de la industria cinematográfica? Cuando su proyecto independiente fracasa, Valentin se derrumba. Antes, en pleno estrellato, las marcas de su gloria son sus cuadros, su mansión, fotos que no firma - lo hace Clifton, su chofer - estatuas, al fin, objetos. ¿Qué es un artista para Hazanavicius? ¿Qué es lo que nos remarca con su personaje? ¿Hay, en él, algo más que sed de éxito y pura materialidad?
Hacia el final de la película, George Valentin es rescatado de la pobreza y la depresión por Peppy Miller, la nueva estrella de la compañía, quien convence al productor Zimmer de contratar nuevamente a Valentin. La antigua estrella, devorándose su orgullo, explota lo único que todavía le queda: su carisma. Entonces danza como un mono amaestrado ante los gritos de los sonidistas. Así, de manera fantástica, Valentin completa su transformación en Derek Zoolander.

4. La industria del cine se encuentra, desde hace algunos años, en un momento semejante. Después de largos años sin grandes transformaciones técnicas, llegó el cine en 3D. Este nuevo formato busca salvaguardar a la industria de los grandes cambios de consumo que han generado las nuevas tecnologías. Es decir, la nueva dinámica de consumo cultural generada a partir del libre flujo de la información. La transformación del cine mudo al cine sonoro que propone El artista, dentro del marco industrial que derivó en la edad de oro holliwoodense, glorifica al cine y al sistema de producción que se ha mantenido vigente hasta hoy. Este sistema es el que sostiene la ley SOPA, el cierre a Megaupload, el bloqueo a Cuevana, la persecución por parte de las agencias de inteligencia que, centralizadas, operan en contra de las plataformas de intercambio de archivos. De esta manera, la Academia, compuesta por grandes dinosaurios, conservadora y nostálgica, no acepta otra modificación que no sea la del pasaje de una técnica a otra: de lo mudo a lo sonoro, del 2D al 3D. Hasta aquí se estira su perspectiva. Hasta aquí, habría que repetir, "su generosidad". Valentin, preso de esta constelación, no podría jamás haber tenido éxito dándole la espalda a Zimmer. Por eso Valentin no puede ser independiente. No tiene alternativas: el fracaso o el regreso a la industria del dinero.

En el último número de Esto no es una revista

.


Tornado


.